Uno de los principios fundamentales de la República es el control cruzado entre los Poderes, de modo de evitar la suma del poder público en una persona o grupo de ellas.
La tendencia del ser humano, analizando la historia de su evolución, es la de delegar el manejo de la cosa pública en otros. Podríamos decir que en general nuestra tendencia natural es el traslado del manejo de las variables que controlan nuestras vidas hacia un externo, de modo tal que las realidades que vivimos no sean una responsabilidad propia sino un hecho fuera de nuestro control. Así creamos dioses, reyes, gobernantes, etc.
Dentro de esta lógica, Adam Smith introduce su Teoría Económica como parte de la evolución de la humanidad. Cuando la plantea, no considera al Mercado (siendo este la manifestación de las actividades económicas privadas) como una creación del ser humano dentro de su desarrollo, sino como algo que forma parte del mismo desde su aparición como tal. Describe al Mercado como un Poder suprahumano que se autoregula, por lo que no estaría de más considerarlo otra de las creaciones humanas que tienden a depositar el control de los elementos que regulan la cotidianeidad en un ser superior que escapa a nuestro control, ergo responsabilidad.
Y digo en efecto suprahumano, porque aunque represente un Poder que influye en la vida del pueblo, debe quedar por fuera de todo control del hombre, ya sea de forma directa como por parte de cualquiera de los otros Poderes:
"El Soberano se verá librado completamente de un deber, cuya prosecución forzosamente habrá de acarrearle numerosas desilusiones, y cuyo cumplimiento acertado no puede garantizar la sabiduría humana ni asegurar ningún orden de conocimiento, y es, a saber, la obligación de supervisar la actividad privada, dirigiéndola hacia las ocupaciones más ventajosas de la sociedad." (Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, 1776 [1997], págs. 612-613).
El Mercado, definido así, representa un ámbito de actividades privadas que no debe ser interferido por Poder alguno que represente al Soberano (el Pueblo).
Y aquí es donde planteo mi hipótesis, que es que el Mercado (definido como el ámbito de las actividades económicas de carácter privado), representa el Cuarto Poder en nuestra sociedad: el Poder Económico.
Nota: Descarto al llamado en el pasado Cuarto Poder (la prensa), porque a estas alturas ya lo podemos incluir dentro del "Poder Económico", siendo que los grandes medios ya no persiguen fines periodísticos más que lo que persiguen fines económicos.
En uno de los casos referido a los Poderes, la evolución del desarrollo humano deriva en Rousseau y su Contrato Social, por ende la búsqueda de un esquema que, aunque no ponga directamente en manos de los ciudadanos el control de la cosa pública, le otorgue mecanismos de control indirecto. El "otro" que maneja lo público ya no es alguien separado absolutamente del pueblo (ya sea por mandato divino o por imposición por la fuerza), sino que depende de su ratificación (voto) para poder seguir ejerciendo dicho manejo.
La evolución en el mismo sentido con respecto al otro Poder (el Económico) está representada por el keynesianismo, que plantea una regulación y acción de los otros Poderes sobre éste para orientar la economía hacia el beneficio del ser humano en general más que en particular. (Es materia de otro artículo la explicación de cómo plantea hacerlo Keynes, por lo que no me extenderé más allá de esta simple definición).
Es lógico que tendamos en nuestra evolución (que es lo que nos eleva de nuestra naturaleza primitiva) a controlar cada vez más aquellos Poderes que rigen nuestra vida cotidiana.
Si hemos aceptado en dicha evolución que los Poderes Políticos sean cada vez más controlados por la sociedad...
¿Qué imaginario colectivo nos impide pensar que el Poder Económico, que rige nuestras vidas como lo hace el Poder Político, no pueda ser objeto de iguales controles?
Esto abre otros interrogantes:
1) ¿De dónde proviene este imaginario colectivo?
2) ¿Por qué, de los 3 Poderes Políticos, el Judicial es el que menos controles sufre? ¿Tiene esto que ver con ese imaginario?
3) ¿Por qué el capital financiero es lo que más ataca Keynes, proponiendo en su Teoría Económica la "eutanasia del rentista"?
Espero poder ir compartiendo con ustedes mis ideas al respecto, y espero ir construyendo con ustedes otras nuevas ideas...
Los quiero mucho, hasta la próxima.
miércoles, 31 de julio de 2013
domingo, 21 de julio de 2013
La táctica del Paraíso
El ser humano guarda en su carga imaginaria la memoria de aquello que alguna vez perdió por sus propios pecados, por la búsqueda de la verdad propia más allá de la provista por el ser superior que lo había creado.
De allí surge como enseñanza disciplinadora que toda búsqueda por fuera del orden establecido genera la pérdida del Paraíso, la expulsión del mismo, hacia una existencia plagada de dolores y sufrimientos.
Ese paradigma es sobre el que regresa la reacción constantemente a lo largo de la historia.
Vivimos en épocas en los que nuevos paradigmas buscan imponerse sobre antiguos. Incluso cuando en este caso no se trata del cambio absoluto del modo de gobierno o de modelo económico de sociedad (creo que la dicotomía comunismo-capitalismo no está en discusión actualmente), tan sólo la búsqueda de lograr un capitalismo con inclusión social está provocando un grado de reacción en el capital concentrado que me animaría a definir como exagerado. No se está hablando de la igualación absoluta de los ingresos y los premios al esfuerzo, sino tan sólo de construir un estado de bienestar en el que los actores de la sociedad que por diversos motivos no estén incluidos en el sistema productivo obtengan el mínimo de cosas necesarias para conservar su dignidad como seres humanos.
Sin embargo, el darwinismo animal subyacente en la condición humana rechaza tal red de contención, bajo el principio de que la supervivencia del más apto debe seguir siendo la norma que lleve a la humanidad hacia un futuro más promisorio.
Estos paradigmas en pugna (holística vs. individualismo) generan, como es lógico, tensiones y enfrentamientos. Esto no es algo indeseable ni malo en sí mismo, sino parte de una dinámica natural que es lo esperable.
Sin embargo, la naturaleza humana vuelve una y otra vez a aquel paraíso perdido que busca desesperadamente recuperar. Gracias al imaginario cultural establecido, la vida cotidiana no es una creación lógica de la naturaleza de las cosas, sino su misma corrupción originada a partir del pecado.
Por lo tanto, la confrontación natural de la necesidad de decidir cotidianamente entre miles de alternativas, incluso absolutamente opuestas algunas de las otras, deja de ser parte de la naturaleza para pasar a ser un elemento corrupto y pecaminoso.
Sobre ese imaginario es sobre el que trabaja la reacción, estableciendo el status quo como lo deseable y la ruptura del mismo como algo a ser reprimido en cuanto pecaminoso. Es en el estado de cosas en el que nos encontramos en nuestra región, Latinoamérica. Sin plantear reales rupturas del orden socioeconómico establecido, la búsqueda de un sistema más igualitario produce, desde la reacción a este camino, un machacar constante que apunta que estos cambios "producen enfrentamientos y un clima de discordia en la sociedad". Para evitar esa discordia pecadora y volver al estado paradisíaco, es necesaria una acción purificadora que acabe con el caos y el enfrentamiento y nos vuelva a sumir en el Paraíso.
Las personas que me han planteado que vivimos en una "sociedad dividida" y en un estado de "constante confrontación", no llegan a detectar que el mismo hecho de estar discutiendo esas aparentes realidades es parte del ejercicio cotidiano de la democracia, algo deseable más que descartable. Esas personas están dispuestas a seguir el camino de elegir a pseudo pastores electrónicos de la política que plantean como algo natural la ausencia de confrontación cuando en realidad esa misma propuesta es lo antinatural, si analizamos el día a día de cualquier ser humano... ¿o acaso pasa algún día de nuestras vidas sin que nos hallemos ante alguna disyuntiva que debe ser resuelta en uno u otro sentido, afectando inevitablemente tanto intereses propios como ajenos? ¿Acaso es realmente evitable?
Deconstruir de dónde viene la idea de que las diarias elecciones entre múltiples opciones que afectan toda nuestra vida son algo antinatural y que debe ser reprimido, será desandar la construcción del ovillo de ciertas realidades que nos quieren ser impuestas más allá de la lógica natural de las cosas.
Ese es nuestro desafío, prerrogativa y deber como seres humanos, para no terminar siendo perros de Pavlov.
Hasta la próxima, los quiero mucho.
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